¡Qué pensamiento tan inútil! Ya todos sabemos que el “hubiera”
no existe. Entonces, ¿por qué en repetidas ocasiones regresamos a ese
pensamiento? Regresamos el tiempo, lo revivimos y lamentamos lo que pudo ser, lo que quisimos
y no obtuvimos. Si yo hubiera dicho, todo sería diferente; si no me hubiera
engañado, sería feliz; si hubiera aprovechado la oportunidad, estaría viajando.
Si hubiera, si hubiera, si hubiera.
¡Basta de lamentaciones! Ubiquémonos en el presente, es lo único
que tenemos y debemos aprovechar. ¿Qué es lo que quiero?, no lo que quise. Abramos
los brazos y abracemos nuestro ahora. ¿No nos gusta?, cambiémoslo.
Pero, ¿cómo? No es tan fácil, tenemos que empezar por
conocernos y cambiar nosotros. Nuestra forma de ver las cosas, nuestra forma de
pensar se refleja en el mundo en que vivimos. Cuando continuamos viendo al
mundo como un sitio hostil, encontraremos hostilidad en las personas y las
situaciones que se nos presenten. Al abrir los ojos y admirar las cosas
bellas en el mundo que nos rodea, veremos la belleza en la gente. No importa su
comportamiento, tenemos que buscarle el lado bueno y entender que quizá estén
pasando por malos momentos. Nuestro papel es personal, no somos las victimas ni los salvadores.
No podemos amargarnos la vida por lo que hacen los
demás. Aún cuando estemos involucrados con la persona, no es nuestro asunto y
aunque queramos no lo podemos cambiar. Los cambios son internos, individuales, y cada persona tiene su tiempo para
evolucionar y expandirse. Podemos darles nuestro apoyo incondicional, pero el
cambio debe ser espontáneo. Todo llega en el tiempo adecuado.
Nuestra fortaleza proviene de nuestro ser interior.
Escuchemos atentamente lo que nos está indicando. No hagamos caso al ego que
nos está llevando por otros caminos. El sendero a seguir es el que la visión de
nuestro corazón nos muestra. Un corazón lleno de amor verá al mundo de la misma
manera. Un corazón en paz encontrará paz a su alrededor.
Como siempre, les recuerdo. Agradecimiento y amor 24/7/365. Son los ingredientes indispensables para una vida mejor.
Que bonito escribes, Patricia. Sabias palabras! Lorena G.
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