Hablando en forma general,
todos somos controladores.
Decidimos cómo queremos las cosas, con quienes nos relacionamos, con quienes queremos compartir nuestra vida. Ambicionamos y queremos controlar todos los medios para realizar esos deseos. Pensamos como lograr lo que queremos muchas veces sin tomar en cuenta las consecuencias de nuestros actos.
Nos dejamos llevar por nuestros deseos que nuestra mente inventa.
Se pueden presentar situaciones adversas a nuestros deseos y nuestro ego
entra en acción
y en ocasiones perdemos el control.
Nos enfocamos en el resultado final
sin que importe qué medios usemos
para conseguir lo que queremos.
Enfoquemos esa fuerza controladora
hacia nuestro interior.
Controlemos nuestras emociones
y tomemos en consideración
que no estamos solos.
Somos uno con toda la humanidad.
Consideremos que lo que hagamos afuera se lo estamos haciendo también
a nuestro interior.
Llenemos de amor esa fuerza controladora y ambiciosa para nuestro
bienestar y felicidad.
El mundo que vemos es un reflejo de nuestro interior. Si queremos ver un mundo bello, hay que llenar de belleza nuestro ser.
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